En esta sección, cada mes, publicaremos el artículo de algún socio; os invitamos a que utilicéis el foro para conocer vuestra opinión de los mismos.

NOTA: La opinión vertida cada mes por el socio correspondiente pertenece a él o ella a título individual única y exclusivamente y no tiene porqué corresponderse con la opinión de la totalidad del grupo al respecto

Podéis mandar vuestros artículos a Secretaria@toroymadrono.es

  CAGANCHO en Almagro

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

   Lo Lo primero es explicar lo de Cagancho. Joaquín Rodríguez, de mote Cagancho, fue uno de los más famosos toreros de su época, en las primeras décadas del siglo pasado. Y decir eso es decir mucho. Un rapero americano de éxito o Ronaldinho son personas de parecido nivel de conocimiento y admiración, aunque yo creo, sinceramente, que en un ámbito local de España, la fama de Cagancho les supera. En los años veinte los toros eran prácticamente, junto con el cabaret y el teatro, las únicas diversiones de masas existentes. El fútbol aún no era lo que es hoy y el cine estaba en mantillas. Así pues, debemos entender que este matador de toros era un gran líder de masas con una capacidad de atracción reservada a muy poca gente.

Por eso, cuando en agosto de 1927 se anunció que en la corrida del día 26 torearía el maestro en Almagro, todo el mundo tuvo claro que se produciría una auténtica marea humana hacia este pequeño pueblo. La principal comunicación con Almagro, en aquellos momentos en que la red de carreteras estaba prácticamente inventándose, era el ferrocarril, concretamente el que venía de Ciudad Real. Y aquel día llegó a la estación de Almagro con gente subida a los estribos, sentada en los topes, en cualquier parte. El tren venía repleto de personas que habían pagado en Ciudad Real auténticas fortunas en la reventa para poder estar en aquella corrida.

Según los testimonios que he podido consultar, cuando menos entonces la plaza de Almagro era un lugar elástico donde la gente se apretujaba más o menos según quién viniera. Como aquella vez había tanta expectación, se llenó hasta la bola; una hora antes de comenzar en festejo ya no se cabía dentro. Las crónicas meteorológicas nos dicen que hacía un sol que derretía los testículos.

Formaban terna con Cagancho Antonio Márquez y Manuel del Pozo, Rayito. Dos toreros de menor jaez. El primer germen de aquella mala tarde, de ésas que según Chiquito de la Calzada tiene cualquiera, fueron precisamente aquellos largos minutos en los que el personal estuvo embotellado en la plaza, codo con codo, pasando un calor de la hostia y escuchando los rumores de los maledicentes, según los cuales Cagancho no llegaría a aquella placita de mierda y a última hora se disculparía de actuar. Desde fuera de la plaza, Radio Macuto radiaba que el maestro no había llegado al pueblo. Los nervios se pusieron a flor de piel. Pero llegó. A las seis en punto, hora del paseíllo, pero llegó.

Salió al ruedo un primer toro colorado de la ganadería de Pérez Tabernero. Tomó seis varas y mandó al suelo a varios jinetes. Márquez y Rayito, como era entonces costumbre, hicieron sus correspondientes quites (si el toro fue siete veces al caballo, tuvieron un montón de oportunidades para ello). Sin embargo, aquí se empezó a ver que Cagancho había llegado a Almagro desganado. Sobraron las oportunidades, sí. Pero él no hizo un solo quite. El toro le tocaba a Márquez y éste, a la hora de matar, comenzó a montar la tangana, pues se encaró con el morlaco sin muleta y se dedicó, simple y llanamente, a apuñalarlo. Fue advertido por la presidencia y recibió sonora bronca. Para entonces, el personal llevaba ya más de una hora pasando calor y, hemos de suponer, pasándose la bota de vino. Alegres, cabreados, alegres según el momento.

Rayito, dicen las crónicas, estuvo bien con su segundo. El tercero, primero de Cagancho, era un toro colorado y bragao. Hasta el momento Cagancho ni siquiera había desplegado el capote (no había hecho ni un solo quite) y siguió en la línea. No es que yo entienda mucho de toros, pero es una ley universal que si ante un animal dudas, lo acaba notando. Consciente de que era su toro y de que no podía dejar de hacer un quite, Cagancho intentó ejecutarlo, pero el toro le desarmó, haciendo volar la capa, momento en el que el maestro salió cagando leches hacia la barrera. Ahí fue donde empezó la bronca de verdad.

En la lidia propiamente dicha, el torero se mostró distante y cobarde. A la mínima que el toro le miraba, echaba a correr. Tanto miedo tenía Cagancho que hizo algo increíble: pinchó al toro en el cuello, y después en el brazuelo, lugares ambos absolutamente vedados, no ya para un torero de gran fama, sino para un puto estudiante de primero de la escuela de tauromaquia.

En ese momento el teniente Juan Ayuso, jefe del destacamento de la guardia civil que vigilaba el espectáculo, dio orden a sus hombres de que impidiesen que nadie saltase al callejón. Con ese sexto sentido que da el portar tricornio, ya se había dado cuenta de que aquella tarde se iba a ganar el sueldo.

Cagancho pinchó nueve veces más y entró a descabellar cinco. A la arena comenzaron a llover primero las almohadillas; cuando se acabaron las almohadillas, las botas de vino; cuando se acabaron las botas, botijos; y cuando se acabaron los botijos, cualquier cosa sólida.

Dato importante: nadie tira una bota por usar. Estarían ya vacías. El personal tenía un calor de cojones; había pagado una fortuna para ver a un tipo huir del toro y asaetearlo alevemente; y, además, estaban mamados. Aquello no podía salir bien.

Márquez, dicen, estuvo cojonudo con el cuarto. Pero al público le dio igual. Rayito también cumplió. No obstante, la gente quería que saliera el sexto, a ver si el señor Galáctico destapaba de una puta vez ese tarro de las esencias que dicen que tienen los toreros artistas.

Para colmo, el toro que le salió a Cagancho no era un toro, sino un oso Kodiak bien alimentado. En la suerte de varas, mató a varios caballos (entonces los caballos de picar no llevaban peto). Todo el mundo en la arena se puso nervioso. Los subalternos toreaban a siete kilómetros de los cuernos, Márquez hizo un quite desde su casa, los picadores se hacían caquita cuando el morlaco todavía estaba a diez metros de ellos, y los banderilleros no banderillearon tirando los garapullos como dardos porque no les dejaron.

Cagancho, al parecer, estaba preparado para situaciones así. En la faena propiamente dicha, sacó una muleta descomunal y comenzó a torear con el pico de la tela, manteniendo por lo tanto al toro en otra galaxia. No contento con eso, en uno de los pases, mientras el toro estaba a su lado, le largó un espadazo en el vientre, y luego otro. El toro, claro, se cabreó más de lo que ya de por sí se cabrea un toro cuando lo lidian. Lo miró mal, así que el torero tiró los trastos y repitió la suerte del tercer toro: a toda hostia hacia la barrera. Y, una vez dentro, como el toro se le acercase, ¡le pinchó de nuevo!

El tercer aviso, signo de que el toro es devuelto al corral porque el torero es incapaz de matarlo, sonó mientras Cagancho seguía intentando matar al animal sin salir de la barrera. Lo hacía pinchándole en los costados, en los brazuelos, en cualquier lugar menos allí donde ha de hacerse según marca el arte de Cúchares. Aquellos de los subalternos que se atrevían a saltar a la arena lo hacían con sus espadas debajo de las muletas, se acercaban al toro y le pinchaban también alevosamente, en cualquier parte. A aquel toro no lo mataron. Lo asesinaron.

Estaba el toro vivo, y el ruedo ya comenzaba a llenarse de espectadores que, sudorosos, cabreados y borrachos, habían saltado a la arena con la nada serena intención de saltarle los empastes a hostias al torero gitano.

La guardia civil es mucha guardia civil. Pero una turba enfervorizada puede con todo. Son más y, una vez que el ser humano llega a ese punto en que todo le importa un huevo, no hay argumento que les frene. Las gentes comenzaron a perseguir a Cagancho, el cual intentó, con la espada en la mano, salir de najas de la plaza. Un espectador le agarró del cuello y, arrojándole en dirección contraria, le gritó.

‑¡Al toro, coño! ¡Cobarde!

Otro le arreó una hostia en pleno carrillo. Y allí estaba Cagancho, en medio de un ruedo lleno de gente que le rodeaba para darle una paliza; ruedo en el que todavía había un toro vivo, sangrando por sus mil heridas, soltando tornillazos y llevándose a la gente por delante.

Entonces cargó el ejército, concretamente un destacamento de Caballería que se encontraba allí reforzando a la guardia civil. A caballo y en plan cabrón, consiguieron convencer al público de que se tranquilizase un poco. No sin esfuerzo, despejaron el anillo. Ocho guardias civiles rodearon a Cagancho y lo sacaron de la plaza, entre una lluvia de todo tipo de objetos y fluidos corporales humanos, preferentemente faríngeos, epigástricos y nasales.

El fracaso de Cagancho en Almagro es, efectivamente, la bronca más gorda ocurrida jamás en un espectáculo público en España. La marcha del diestro fue seguida de disturbios en los alrededores de la plaza en los cuales las fuerzas del orden tuvieron que cargar a caballo con una virulencia que ríete tú de los pipiolos antisistema. Almagro aquella tarde fue una batalla campal. Tan, tan fuerte, que quedó en la memoria de los españoles, para los cuales, aún sin haber estado allí, aún sin haberlo vivido, «quedar como Cagancho en Almagro» se les grabó en la memoria como el símbolo de, que diría Barrancas, un fracaso absoluto.

Los testimonios que he podido leer describen a un Cagancho todavía vestido de plata refugiado en el salón de actos del Ayuntamiento de Almagro, custodiado por la guardia civil para que el personal que estaba en la calle no lo matase, fumando indolentemente y como resignado. Así es la vida. Yo quería quedar bien, pero lo que no pue zé, no pue zé. Uno de sus subalternos se queja a la guardia civil.

Fuente: http://historiasdehispania.blogspot.co.uk/2008/03/como-cagancho-en-almagro.html


LOS PAÑUELOS

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

            El presidente del festejo es la persona sobre la que recae el peso de las decisiones en el festejo. El presidente tiene la última palabra. La mayoría de las veces son comisarios de policía los que presiden una corrida de toros. El presidente del festejo sostiene en su mano un pañuelo para llevar la corrida con orden. Para el correcto transcurso existen CINCO pañuelos de distinto color y significado:  blanco, verde, azul, naranja y rojo.

  1. BLANCO: Con el pañuelo blanco el presidente señala el comienzo del festejo, la salida de cada toro, el cambio de tercio, los avisos y los trofeos (orejas y rabo).
  2. VERDE: Con el pañuelo verde, en cambio, tiene relación con el toro. Sirve para devolver el toro a los corrales. Para ello es necesario que el toro tenga algún problema físico.
  3. AZUL: Este pañuelo también tiene relación con el toro. El pañuelo azul otorga la vuelta al ruedo al toro. Es un reconocimiento, que pide el público y otorga el presidente, al toro por su buena condición.
  4. NARARNJA: El pañuelo naranja otorga el indulto al toro. La bravura del toro tiene su recompensa con la vida en el campo. Para ello tiene que haber petición del público y que torero y ganadero estén de acuerdo.
  5. ROJO: Éste también tiene que ver con el toro. Con el pañuelo rojo se le ponen banderillas negras al toro. Con ello se deja clara la mansedumbre del toro al salir huidizo del caballo y no hacer frente al picador.
.            La mayoría de las decisiones del presidente vienen a raíz de la petición del público. En el caso de las orejas, la primera es decisión de público. Si hay una petición mayoritaria y repartida por toda la plaza el presidente del festejo, atendiendo al reglamento, se ve obligado a otorgarla. En el caso de la segunda oreja y del rabo ya es decisión exclusiva del presidente. Para dar esos trofeos es necesario que no disminuya la petición.

              Los avisos por otro lado indican que la faena del torero ha de ir acabando. Cada torero tiene diez minutos, que empiezan a contar desde que el torero coge la muleta. Una vez cumplidos suena el primer aviso. A los tres minutos de sonar el primero suena el segundo y si no consigue matarlo a los dos minutos del segundo suena el tercer y último aviso. En ese mismo momento el torero ya no podrá seguir intentando matar al toro.

               La devolución a los corrales del toro depende del criterio de los veterinarios que asesoran al presidente. Las posibles causas son siempre lesiones físicas como romperse una pata o que la falta de fuerza en el toro se muy grande. También la rotura, parcial o total, de un pitón pueden llevar al presidente a cambiar el toro por un sobrero.

               Tanto con la vuelta al ruedo al toro y el indulto juega un papel muy importante el torero. Si el toro es bueno, repite la embestida y muestra toda su bravura el torero puede torear a gusto y hacer ver al respetable las buenas condiciones que posee. Esto siempre supone un triunfo para el toro, el torero, el ganadero y en definitiva para la fiesta.

                El último de los pañuelos es el menos utilizado, hay muchos toros mansos que no llevan banderillas negras, pero es síntoma de que algo falla, y que la bravura en ese toro brilla por su ausencia.

 

El PICADOR

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

      El picador es descendiente directo de los varilargueros del siglo XVIII, que se convierten en picadores de vara corta, como la actual, en los inicios del siglo XIX. Es pues, el torero que, montado a caballo, pica los toros.

      Los caballos de picar son examinados y reconocidos, como los mismos toros, por los veterinarios, que han de certificar su estado y movilidad. En las plazas de primera y segunda categoría no pueden tener un peso inferior a 500 kilogramos ni superior a los 650. En la actualidad, y en general, son propiedad de la plaza. Salen al ruedo protegidos para impedir, en la medida de lo posible, que resulten heridos. Se les cubre, además, el ojo derecho con un pañuelo para que al no ver al toro, no huyan ante sus embestidas.

      Hasta el año 1928 los caballos no llevaban protección alguna, lo que generaba una auténtica matanza de las pobres bestias; de hecho se medía la bravura de un toro por el número de ellos que había dejado sobre la arena. El reglamento de aquel año aprueba un peto pequeño que protegía el pecho y parte de la bragada del animal, y que se empieza a usar dos años después. En 1932 se prolongó para que protegiera las extremidades anteriores y se le añadió un faldoncillo que se ajustaba al vientre de la montura. Desde los años 1940 y 1950 creció hasta alcanzar casi las pezuñas y envolver casi por completo el cuerpo del equino. Desde 1992 se admite, también, el uso de los manguitos o calzones que protegen, bajo el peto, el pecho y las patas delanteras del caballo. El peto es un conjunto de lonas impermeabilizadas, rellenas de algodón, enjaezadas mediante cueros y correas, cuyo peso no puede exceder de los 300 kilogramos, que evita muchas veces el inmediato derribo y protege al jaco de las cornadas del bicho.

       Los picadores eligen, por riguroso orden de antigüedad, el caballo que prefieren montar, sin que puedan, sin embargo, rechazar ninguno que haya sido aprobado por los veterinarios. - Fernando BH -

  La Suerte de Varas

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

      Os invito a que leáis el trabajo realizado por nuestro sócio Arturo A. Martín Barbero pinchando [aquí]

       Personalmente, creo que la Suerte de Varas es extremadamente bella y expectacular cuando se realiza con arte ante un toro bravo; la admiración y entusiasmo con que miles de personas quedan absortas ante algo tan difícil de ver hoy y que era el ser de nuestra Fiesta ayer, no tiene precio. Por eso echamos de menos ese toreo y el cite de caballo y caballero, gallardos, llamando al bravo que acude raudo, elato, guardián del honor de su raza dispuesto a luchar con cualquiera que lo inquiete.

      Pero, desgraciadamente, ya no se torea a caballo; los caballos de picar, en su mayoría, no son caballos toreros, sino equinos pesados que, aturdidos, reciben al bruto, protegidos por un infamante muro que repele la noble acometida. Ya en 1928, cuando se adopta definitivamente el peto, el picador empieza a relajarse en la aplicación de las varas ya que apenas corre riesgo su trabajo, y de ahí, como preveían muchos aficionados en aquellos años, devino el abandono de esa suerte fundamental que, para nuestra desgracia, apenas se realiza con pureza. Y no planteo si fue mejor o peor, sino simplemente, espero poder sentir algún día la emoción de la embestida de un toro bravo, domeñada por la magia de una mano torera que exija a sus colaboradores que sean ortodoxos en la ejecución de las suertes tal y como contempla el reglamento en su artículo 54.

       La Suerte de Varas ha sido abandonada a su "suerte"; nadie se preocupa de que se realice con ortodoxia, con efectividad, con sentido. Ni siquiera los caballos salen al ruedo bien colocados ni en condiciones. Por ejemplo es práctica habitual en muchas plazas tapar los dos ojos al caballo y "tronarles" (se les mete una pelota de papel de periodico humedo en las orejas, o pelotas de espuma para que no oigan). Por otro lado, pocos directores de lidia son capaces de hacer mover al caballo para adecuar su posición a la querencia de cada toro. Así vemos que insisten una y otra vez desde el mismo sitio, y se deciden al fin por meter al toro debajo del caballo sin respetar las rayas, sin dejarnos ver la poca bravura del renuente. Relances, lanzadas (en sentido figurdo cuando se pica al toro en cualquier sitio), cariocas (cuando se cierra al toro entre las tablas y el caballo), barrenados(cuando se revuelve la puya a modo de barrena para hacerlo penetrar más)…, y el bello bruto, el alma de la Tauromaquia, queda vejado, destrozado y las más de las veces inútil para el posterior desarrollo normal de la lidia.

       El toro de hoy, con su debilidad y falta de casta, a penas ofrece posibilidades de lucimiento en la Suerte de Varas, y cuando un toro presenta poder y bravura, el picador se encarga de bajarles los humos y dejarle inútil para la lidia, esto incluso después de ponerle bajo el caballo sin darle las distancias adecuadas para que podamos disfrutar de una de las más bellas suertes de la lidia.

LA TEORÍA:

La Suerte de Varas empieza cuando El Presidente o Presidenta del espectáculo ordena la salida al ruedo, enseñando su pañuelo blanco, de los picadores cuando la res haya sido toreada con el capote de acuerdo con lo previsto en el apartado 1 del artículo 53. Los picadores actúan alternándose; el picador al que le corresponda intervenir, se debería situarse donde determine el espada de turno y, preferentemente, en la parte más alejada posible de los chiqueros, situándose el otro picador en la parte del ruedo opuesta al primero, es decir, en la puerta de chiqueros.

Así empieza el primer tercio de los tres, el tercio de varas, en el que se pica al toro. Para ello el picador utiliza una vara de madera, en cuyo extremo se coloca la puya que le ayudará para realizar su cometido. La puya se coloca al extremo de la vara y tiene forma de pirámide triangular, con 29mm. de alto y 20 de base de cada triángulo con una cruceta que evita que la puya entre más allá de lo debido. La longitud de la puya en caso de las novilladas disminuye hasta la mitad por aquello de la edad del astado.

Pero veamos otros "artilugios" característicos del picador:

- LA CHAQUETILLA: Bordada en oro sin alamares tiene protecciones.
- LA ARMADURA CORTA: La protección que lleva en la pierna izquierda para impidir que el empuje del toro aplaste al picador contra las tablas.
- LA GEORGIANA o MONA: es la armadura que lleva en la pierna derecha para que el toro no se la aplaste en su embestida hacia el caballo.
- EL CASTOREÑO: es el sombrero rígido de color miel y confeccionado originalmente con piel de castor, que lleva un adorno en forma de piña llamado MOÑA.
- EL PETO: es la protección que cubre todo el cuerpo de caballo y lo proteje de las empestidas del astado. En las patas lleva otra protección del mismo tejido: los manguitos. Además el caballo lleva los ojos vendados para evitar la huida cuando se arranca el toro.

      Cuando el picador se prepare para ejecutar la suerte la realizará obligando a la res por derecho, sin rebasar el círculo más próximo a la barrera. No se podrá adelantar ningún lidiador más allá del estribo izquierdo de la montura del caballo.

      Cuando la res acuda al caballo, el picador efectuará la suerte por la derecha y, preferentemente en el morrillo, borde dorsal del cuello en su posición caudal, quedando prohibido barrenar, tapar la salida de la res, girar alrededor de la misma, insistir o mantener el castigo incorrectamente aplicado. Si la res deshace la reunión, no se podrá consumar otro puyazo de forma inmediata. Deshecha la reunión de la res con el caballo de picar, los lidiadores deberán conducirla fuera de los dos círculos concéntricos para, en su caso, situarla nuevamente en suerte. A tal fin, el picador deberá conducir hacía atrás el caballo antes de volver a situarse para ejecutar un nuevo puyazo. De igual modo, actuarán los lidiadores cuando la ejecución de la suerte sea incorrecta o se prolongue en exceso, a juicio del espada de turno. Los picadores podrán defenderse en todo momento.

Los monosabios se consideran auxiliares del picador y, a estos efectos, podrán ir provistos de vara o fusta para el desempeño de su labor. A tal fin, a los monosabios les estará prohibido:
a) Usar la vara para adelantar el caballo al objeto de tapar la salida natural de la res.
b) Sobrepasar la situación del estribo izquierdo del picador actuante.
c) Situarse al lado derecho del picador ni colocarse en esa dirección.
d) Agarrar a los caballos por los bocados durante la ejecución de la suerte de varas, salvo peligro inminente para el picador.

Al lado del picador que esté en el ruedo, no participante en la suerte de varas, estará un banderillero de la misma cuadrilla, para realizar los quites que fuesen necesarios con el fin de evitar que la res, en su huida, realice el encuentro con este caballo.

Excepcionalmente cuando, debido a su mansedumbre, una res no pudiera ser picada en la forma prevista en el presente artículo, se podrá llevar a efecto la suerte de varas en cualquier lugar del ruedo, y si ello tampoco fuera posible, en última instancia, la Presidencia podrá disponer el cambio de tercio y, en su caso, la aplicación a la res de banderillas negras.

Ordenado el cambio de tercio, los picadores abandonarán el ruedo de la forma más rápida y por el recorrido más corto. Mientras transcurre dicha retirada podrán repartirse las banderillas pero sin que los banderilleros puedan iniciar el encuentro con la res hasta que los picadores y los monosabios se hallen fuera del ruedo.

Las entradas que el toro hace al caballo dependen de la categoría de la plaza. En las plazas de primera categoría se exige un mínimo de dos puyazos. Por otro lado en plazas de segunda o tercera categoría es necesario, tan sólo, un puyazo. La duración de cada encuentro entre toro y caballo depende del criterio del torero, bajo supervisión del presidente del festejo.

El último picador del festejo se quita el castoreño y saluda al presidente después del primer tercio en señal de saludo por todos sus compañeros actuantes en el festejo.

LA PRACTICA:

      En una noticia del Diario de Navarra del 22 de Noviembre de 2010, se decía que el veterinario Julio Fernández hacía hincapié en la necesidad de picar en el morrillo del toro para ejecutar bien la suerte de varas. El morrillo es una parte voluminosa del borde superior del cuello del toro que va desde la nuca hasta la cruz. "Picando en esta zona no se producen efectos negativos, se consigue ahormar la embestida, la hemorragia es menor y, al producirse dolor, se produce la respuesta neuroendocrina necesaria que permite al toro seguir embistiendo y mostrar sus cualidades. No es necesaria tanta hemorragia del toro en la lidia, que acaba manchando los trajes de los actuantes y causando rechazo en detractores y parte del público que tiene valores estéticos distintos a los del siglo XX. Al picar en el morrillo se incrementa el mérito del picador y la vistosidad de la suerte de varas", explicó el especialista.

      En el mismo sentido, advirtió de los peligros de picar incorrectamente. "Al picar en la cruz, los puyazos pueden alcanzar huesos y vasos sanguíneos implicados en el riego del miembro torácico o incluso de las vértebras, con riesgo de generar lesiones nerviosas, pudiéndose producir incoordinación, cojera o caída. Por otra parte, los puyazos traseros -posteriores a la cruz- y caídos pueden dañar costillas, pleura e incluso pulmón, alterando la función respiratoria", aseguró el veterinario.

      Por otro lado Fernández indicó que uno de los mayores problemas es la falta de información y las creencias que, sin ningún fundamento, se transmiten como dogmas de generación en generación. Por ejemplo, la creencia de que una de las misiones de la suerte de varas es descongestionar al toro con la hemorragia o que el toro tiene que sangrar para evitar la congestión. "Entre un toro poco picado y otro muy picado, la hemorragia producida puede oscilar entre los 1,5 y 2,5 litros de sangre, tres litros en raras ocasiones. Considerando que un toro de 500 kilos tiene unos 37,5 litros, si se le pica mucho va a perder 1 ó 1,5 litros más que si se le pica poco. Estudios veterinarios realizados en Las Ventas en 1998 evidencian que la hemorragia consecuencia de la suerte de varas más la que producen las banderillas es poco significativa para el estado corporal del animal. Por tanto, es el dolor, y no la hemorragia, el que desencadena la rápida respuesta neuroendocrina que permite al toro seguir embistiendo", indicó el ponente.
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      Estudios realizados en las plazas de Sevilla (24 corridas), Madrid (8) y Córdoba (14), durante los años 1996 y 1997, sobre las varas inferidas a 277 toros en plazas de 1ª, dieron los siguientes resultados:

- Un 7% de los toros no recibieron la 2ª vara.
- Un 84% no recibieron una 3ª vara.
- En el morrillo (su sitio) tan solo se colocaron el 6,92% de las varas, que hirieron con una profundidad media de 25,03 cms.

"… interesa el borde dorsal del cuello en su porción caudal, un poco anterior a su unión con la cruz, que corresponde al nivel de la 4ª a la 6ª vértebras cervicales, y que lesiona los músculos extensores (epiaxiales) responsables de los movimientos de la cabeza, consecuentemente de la cornamenta, logrando así ahormar la cabeza en sus movimientos para el tercio de muleta".

- En la cruz se colocaron el 39,27%, con una profundidad media de 24,66 cms.

"Este tipo de puyazo suele colocarse sobre la reunión entre la línea del dorso y la imaginaria que reúne las extremidades torácicas (lugar indicado para la estocada) A este nivel no están los músculos más importantes de la cabeza, sino los músculos del dorso y de los miembros anteriores. La puya en la cruz lesiona los siguientes músculos: el trapecio en su porción torácica; el romboideo torácico; espinal y semiespinal del tórax y cuello; el multífido del tórax y el ligamento de la nuca en su porción ancha, afectando a la irrigación sanguínea de las arterias intercostales"

- Aún más traseras se colocaron el 33,39%, con profundidad de 24,55 cms.
- Caídas fueron el 12,97%, con 25,89 cms. de penetración.
- A la paletilla fueron a parar el 7,27%, con 23,63 cms. de profundidad media.

Las consecuencias de los puyazos caídos y los aplicados en la paletilla, son lesiones mucho más graves para el toro. Al hablar de los puyazos traseros, dicen los técnicos de dicho estudio: "Los puyazos traseros son los que se colocan en la región del dorso. Son criminales pues solamente lesionan músculos relacionados con el raquis y más profundamente las costillas pueden ser también dañadas. El puyazo trasero es inadecuado, no regulariza el acornear ni debilita su empuje, más bien dificulta la locomoción. Al mismo tiempo la fuerza del cuerno desarrollada en el empuje queda relegada contra el peto y el caballo, por lo que su efecto es irregular, casual e incierto.

Quiere decir esto que, como la puya tiene 8,78 cms. de longitud, la profundidad de la herida que produce es de tres veces esa longitud. Además, este estudio comprobó la existencia de hasta 5 trayectorias en una misma aplicación del puyazo.

Como conclusiones finales, el estudio realizado por los catedráticos de la Universidad de Córdoba, Sres. Barahona Hernández, Cuesta López y Montero Agüera, determinan:
1º.- Los puyazos más adecuados, anatómica y funcionalmente son los colocados en el morrillo.
2º.- Los que más deterioran la locomoción son los colocados, de más a menos: en la paletilla, los caídos y en la cruz.
3º.- Los puyazos traseros perjudican las condiciones físicas del animal produciendo evidente dolor en la región dorso lumbar y disminución del impulso del toro. Aconsejan que convendría legislar la aplicación correcta de la puya en el morrillo, y acortar la longitud de ésta para que las heridas no sean tan profundas
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      Durante la Feria de San Isidro de 1998, los veterinarios Juan Fernández Sanz y Juan Villalón González-Camino, de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, estudiaron las varas colocadas a 90 toros lidiados en la Plaza de Las Ventas, de los cuales 9 fueron devueltos. El trabajo contempla análisis de las condiciones de los toros a la salida de toriles, las varas que les infirieron, las heridas que sufrieron y el estudio hematológico de las canales. De los datos estudiados, resumiremos los más interesantes respecto a la Suerte de Varas y sus consecuencias. "Los 90 toros recibieron en total 197 varas (277 puyazos); 3 de ellos cobraron solo 1 vara (fueron devueltos); 68 tomaron 2, 18 recibieron 3 y 1 tomó 4.

      Por la colocación, determina el estudio que: solo un 4,7% de los puyazos se han administrado en la parte trasera del morrillo (ninguno en la "pelota", en la parte media) Dice: "El morrillo es la parte idónea para picar, pues en él solo se afectan los músculos extensores de la cabeza y el ligamento de sustentación de la misma. Se produce una hemorragia aparente, pero sin lesiones de huesos, cartílagos o nervios de especial importancia en la locomoción".

      El estudio determina pues que el 95,3% de los puyazos se ubicaron en la cruz, dorso o paletillas, zonas estas en las que se merma la movilidad de los toros al lesionarse la unión muscular entre ambas extremidades anteriores y el tórax, aplomándose los toros y pudiendo provocar cojeras por afección reflejas de ciertas enervaciones, e incluso insuficiencia respiratoria por perforación de pleura en los puyazos traseros y caídos, que pueden producir un neumotórax. Las consecuencias de estos puyazos traseros son pues muy negativas para los toros y comprometen el comportamiento posterior de los mismos al disminuírseles la capacidad de desplazamiento lateral, provocarles caídas, restarles poder y movilidad frontal, así como limitar su capacidad respiratoria.

      Los tiempos en lo que el toro estuvo debajo del caballo con la vara dentro de su cuerpo, fue de 30,84 segundos, esto es, 13,65 por vara. La "carioca" se realizó en el 29% de las varas; se barrenó en el 8% y se infirió ""mete y saca" en el 63 %. La profundidad media de cada vara fue de 31,5cms, en la 1ª y de 26,6cms, en la 2ª.
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      Un grandísimo aficionado, D. José Asensio Maestro, fundador de la Peña el Puyazo en 1949, directivo de la misma desde el año 1950 hasta nuestros días, presidente de la entidad durante los últimos 21 años (hasta el 2004), decía en una conferencia dada en Trujillo, Cáceres, el 26-X-2000: "¿Hasta cuando vamos soportar los aficionados el engaño, tan patente, de la Suerte de Varas, principal motivo de la caída de los toros durante la lidia? Por que hoy, la Suerte de Varas está perfectamente diseñada para inutilizar al toro con un solo puyazo, y creen los culpables de tal engaño que poseen un poder sobrenatural para hacernos creer lo negro blanco, sin tener en cuenta que el sentido común es común a todos, y si nos atenemos a él, sabemos que nos están engañando, que no pueden darnos ninguna buena razón a tal insensatez".

      Esta peña, "El Puyazo", acudió al Excmo. Ayuntamiento de Madrid a presentar un anteproyecto para la creación de una escuela de picadores dentro de la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda de la Capital. La intención es, precisamente, intentar explicar la necesidad de que se recupere la integridad de la Suerte, que se recuerde el por qué de su existencia y se exija el cumplimiento de unas condiciones de ejecución que, como dijo Martínez-Novillo, creemos que debe estar claramente reglamentada para evitar la cantidad de abusos que están deteriorando algo tan importante y entrañable para nosotros como es nuestra querida Fiesta Nacional.

      Ante tan cruda realidad, si queremos recuperar la Corrida de Toros como espectáculo total, debemos revalorizar el papel de los picadores y banderilleros para que estén lo suficientemente estimulados. Igual no sería malo que fueran profesionales independientes que tuvieran su propio escalafón, como bien me apuntaba D. Carlos Garrido hablando del tema. Invito a que se aplauda a los picadores que se colocan en el sitio, que pican cerca de donde deberían (aunque sea en la cruz) como mal menor, y que muevan al caballo para realizar el encuentro.

      Esta sería la secuencia de cómo se debería ejecutar la suerte:

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Imagenes tomadas de la página: http://www.hoy.com.ec/especial/lidia/lidia09.htm  .

  La Verdad

Autor: José L. Benito Socio TM0004 y Secretario de la Peña

       Me hubiera gustado hacer un artículo documentado, haber leído crónicas del Cossío, artículos de prensa, revistas taurinas o incluso el mismísimo programa de las Ventas para que disfrutárais de la lectura de algo serio. Sin embargo, en la soledad de mi salón, escuchando a dos tíos hablando en inglés en la tele sobre economía, asustándome no sólo de sus caras sino de cómo me están pintando el futuro de mi país y de todo lo que nos rodea, he pensado: ¡Qué diablos! Quiero hacer algo que me evada de esta crudísima realidad y voy a pensar en algo bonito. Mi mente ha viajado quince días atrás en el tiempo y se ha retrotraído al acto de entrega de los Premios de la Peña a los triunfadores del pasado San Isidro, y en concreto a una deliciosa conversación que pudimos mantener con D. Fernando Cuadri, y en la cual nos dijo una frase que a mí, particularmente se me quedó grabada a fuego, como si fuera el hierro de la ganadería de la vida. La frase fue: “en mi casa no se matan toros a puerta cerrada porque yo no mato a un toro en el sitio donde ha vivido toda su vida y donde su madre le ha dado de mamar”. Si tuviera que explicar a alguien qué significa el concepto verdad, tan abstracto, tan pretendidamente bonito que se utiliza en la Tauromaquia, podría perfectamente decirle: esto es la VERDAD del Toro.

      En tiempos en lo que lo superficial se impone en el universo taurino, hablamos de G10, de polémicas periodísticas, de toreros mediáticos, de empresarios-apoderados, de toros comerciales, de “figuras”, de imposiciones en los carteles y de ILP´s, sólo el coraje de tipos como Padilla y bonhomías como la de D. Fernando Cuadri con las pinceladas sobre su particular forma de sentir su ganadería y que explican el porqué de su diferencia en relación al resto, nos despiertan, nos espolean, nos hacen sentir orgullosos de amar lo que amamos, nos alertan de que sí, de que es posible un mundo del Toro como el que nos imaginamos, con el que disfrutamos y que nos gustaría que fuera así por muchos años, porque a diferencia de otros, éste sí es un mundo de VERDAD.

 Los Alguacilillos.

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

      Los "alguacilillos" - suelen ser dos - son los agentes encargados de transmitir y ejecutar las órdenes del presidente durante las corridas de toros. Sus funciones están perfectamente descritas en los diferentes Reglamentos taurinos y son los primeros en entrar en la plaza cuando da comienzo la corrida.

      A la hora señalada, empieza el ritual del espectáculo; aparece un pañuelo blanco por el balconcillo del Presidente del festejo, suenan clarines y timbales anunciando dicho comienzo, y segundos después, un pasodoble taurino inunda de alegría la plaza pues esto es una fiesta. Uno de los empleados del recinto descorre el cerrojo de la puerta de cuadrillas; todo es expectación, ansia, nervios y vocerío cuando el público empieza a aplaudir la entrada de los alguacilillos. Estos dos caballeros montados a caballo - "tataranietos culturales" de los ayudantes de los corregidores de los siglos XVI y XVII - suelen ir ataviados de negro a la moda del s.XVII, de Felipe IV. Cruzan al paso por el centro de la plaza para llegar al palco de la presidencia, a quien saludan y con cuya venia realizan el simulacro o representación de lo que en el siglo XVIII era el "Despejo de la Plaza". Consistía en desocupar la plaza del público antes del comienzo de la lidia. Ahora lo hacen a caballo, ambos galopan a lo largo del perímetro de la plaza, cerca de la barrera, y en sentidos opuestos cada uno, en el caso de ser corrida de toros; y atraviesan en línea recta el redondel y juntos, cuando es novillada. En algunas plazas de toros de España, se les permite la licencia de dar algunas carreras al hilo de las tablas para exhibir el vuelo de sus capas con el galope de los caballos. En Madrid se cruzan girando en sentido contrario a las manecillas del reloj.

      A continuación, al son del pasodoble, al frente de los espadas, cuadrillas, areneros, mulilleros y mozos de caballo; encabezan "el paseíllo" que da entrada a la plaza a todos los protagonistas que participan en la corrida hasta llegar frente al Presidente de la misma, al que todos y cada uno saluda respetuosamente.

      Finalizado el paseillo, mientras los toreros estiran el percal de los capotes, simulando unas verónicas de salón, los alguaciles se encuentran bajo la barandilla del Presidente, se destocan y le saludan con una leve inclinación de cabeza tras la cual les son entregadas las llaves de los toriles. Uno de los alguaciles se dirige hacia el torilero, que aguarda pacientemente en la puerta del toril y le entrega la llave para que, a la señal del Presidente y al toque de trompeta y timbales, se preste a abrir la puerta para que salga el primer toro al empezar el espectáculo. Hay que decir también que la llave que el alguacil recibe de manos del Presidente y lo que le llaman “correr la llave”, es un simulacro. Incluso la misma llave es simulada.

      Despejada la plaza, los alguaciles abandonarán el ruedo al galope para que la corrida pueda dar comienzo.

      Durante la corrida transmite a los toreros las órdenes del presidente, conservando todavía restos de su carácter de agente ejecutivo de la autoridad. La presencia del alguacilillo es consecuencia de la presencia de la autoridad en la plaza. Es una pragmática de La Reina Isabel la Católica de 1503, la primera regulación de de la incorporación del alguacil a la lidia. Antiguamente eran como hoy son los árbitros en el futbol, objeto continuo de insultos y de sátiras por parte del público. Eran los encargados de velar que se cumpliera el reglamento taurino y de dar los avisos a los toreros. Hoy ya no representa más que un acompañamiento de la lidia y no están mal vistos. No obstante, siguen teniendo la función de controlar la lidia avisando a los toreros golpeando con la fusta las tablas del callejón.  Además se reseña que será el alguacil quien entregue al matador los trofeos concedidos por el Presidente, como premio a una buena actuación. Y dice la Ley además, que esas orejas han de ser cortadas al animal en presencia de un alguacil.

      Por último, dos curiosidades: en Córdoba siempre han actuado como alguacilillos los miembros de la Policía Local de la ciudad, cuyo Cuerpo de Caballería es de los mas antiguos de España. Siempre se ha dicho que “los alguacilillos” de la Plaza de Toros de Córdoba, el coso de los Califas,  son los mejor vestidos y los más elegantes de España. La segunda cosa curiosa es la noticia con la que dinalizaremos este artículo, aparecida en el periódico La Vanguardia el 13 de Mayo de 1950:

      Teniendo en cuenta que en 1500 ya existía la figura de los alguacilillos en las corridas de toros, que Colón llegó al continente americano en 1492 y que la independencia de los actuales EEUU data de 1776; es fácil darse cuenta del valor historico que tiene el hecho de que salgan cada tarde a los ruedos LOS ALGUACILILLOS.

 ¿Que es un "Roscadero"?

 Aprovechando el texto de la actividad del 25/Mar/2012, explicaremos en qué consiste un concurso de Roscaderos.

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

Esta disciplina está muy arraigada en los festejos populares aragoneses, aunque no esté tipificada ni tan siquiera en la Tauromaquia Tradicional de esta región. Se denomina ROSCADEROS o LA SUERTE DEL CESTO; y lo único que parece claro es que fue, durante muchos años, una forma de medir la bravura de las reses de lidia, al igual que hoy la suerte de varas. Se utilizaba en las tientas como "termómetro" de la bravura en Aragón y parte de Navarra.

Un roscadero es un cesto de mimbre de grandes dimensiones con dos o cuatro asas que se solía utilizar en ciertas faenas agrícolas relacionadas con el maíz. En el centro, o cuerpo del roscadero, se colocan dos estacas trasversales -normalmente de madera de olmo- que sirven para que la cuadrilla lo pueda agarrar. A los extremos de esas estacas se les llama púas o pugas. Para proteger las manos de los mozos se suele adherir al mimbre del cesto unas gomas para así impedir que el pitón de la res, traspasando el mimbre, pueda herir las manos.

                En cuanto a las reses, las ganaderías originales eran de Casta Navarra. Hoy en día, quizás las más especializadas y conocidas en estos festejos sean las de José María Arnillas y la de los Hnos. Ozcoz  (ganaderos tradicionales de vacas para roscaderos).

               De forma similar a los forçados portugueses, en esta disciplina,  una cuadrilla de entre 4 y 6 individuos tienen que intentar que el astado introduzca la cabeza en el interior del cesto sin soltarlo y sin salir del circulo interior. La embestida se debe iniciar con el animal fuera del circulo exterior y el roscadero no debe caer al suelo.

                Os mostramos un concurso emitido por la televisión autonómica aragonesa para que lo conozcáis:

 

 ¿Sabemos identificar la edad?

Autor: Fernando BH Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

      El toro al nacer se le llama “recental”, “choto”, “churro” o ternero, dependiendo de la cultura popular de cada lugar.

      Luego el animal es destetado, o “desahijado”; a partir de que se le separa de la madre, encontramos con un vocabulario más estandarizado. Así pues, a la edad de un año, se nombra novillo “añojo”; a los dos,  novillo “eral”; novillo “utrero”para los tres.

      A a partir de ahí “cuatreño”para el toro de cuatro, y “cinqueño”para el de cinco.A partir de esta edad, no se conoce otra manera de apuntar la edad de cada animal que no sea la de enumerar tal cual los años, es decir,un toro con seis años se le nombra así, “toro de seis años”, e igual para el resto de edades.

       Veamos algunas fotos de los novillos:

AÑOJOS

ERALES

UTREROS



 ¿Hacia dónde vamos realmente?

Autor: José L. Benito Socio TM0004 y Secretario de la Peña

       Ahora que hemos iniciado un nuevo año, este 2012 que se presume incierto para la Fiesta, creo que es momento de hacer unas reflexiones en voz alta sobre algunos aspectos de nuestro universo taurino.

De forma obligada marca el paso el pliego de la Plaza de las Ventas, muy recientemente adjudicada a Taurodelta, en coalición con Simón Casas. Amén de algunos aspectos culturales - importantes pero no fundamentales a mi juicio - que parece van a recibir un impulso gracias a la irrupción de Simón Casas, parece sensato preocuparse de qué forma va a afectar este "cambio" o continuidad de la empresa adjudicataria en los abonados, en los espectáculos que se van a ofrecer en la Plaza y en la racionalidad de la concesión y reparto de los abonos de la Monumental. Tiempo habrá - aunque no mucho - de ver la posición de la "nueva empresa" y cómo pretenden afrontar la temporada. Se hace necesario pensar en la Fiesta y todos deseamos tener una Feria de San Isidro que vuelva a ser el Mundial del Toreo, sin imposiciones de carteles por parte de nadie y con unos criterios basados única y exclusivamente en el bien de la Fiesta. Su suerte, la de Taurodelta, será la nuestra.

Otro tema en el candelabro como diría alguna ínclita famosilla, es la ILP para proteger la Fiesta. Me preocupa sobremanera la facilidad que tuvo un argentino para obtener las firmas necesarias para prohibir los toros en Cataluña y lo que nos está costando conseguirlas a los taurinos para justamente lo contrario.  Es para hacerlo mirar, pero a veces da la sensación de que los taurinos somos simplemente una masa que se deja gobernar y que no toma responsabilidades, con lo que podemos quedar a merced de otros con fines radicalmente opuestos, pero mejor organizados. En otros aspectos de este mundo taurino se puede ver, pero está en nuestras manos cambiar el rumbo y tomar las riendas porque de no hacerlo, no podremos pedir cuentas a nadie.

Por último y no menos importante, los derechos de imagen de los principales toreros del ¿escalafón?, recientemente adquiridos por una empresa dedicada a ello. No es tema baladí, pero creo que merece un artículo independiente, el cual os invito a escribir en esta sección para poder opinar en el foro. Dejo sobre la mesa un par de preguntas que al menos a mí me inquietan: ¿Esto va a permitir que "mangoneen" a sus anchas? ¿Cómo va a repercutir en los precios que pagaremos los aficionados por ir a los toros en plazas dónde la gestión de por sí ya es deficitaria?

Para finalizar, espero que este sea el año de su recuperación total, por eso me despido con un ¡¡¡ Fuerza Padilla !!! 

 

 Hablamos de decadencia

Autor: Fernando Borrego Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

La decadencia. Así ha denominado el expertísimo José Luis Lozano al momento actual de la Tauromaquia. La decadencia, dice quien ha sido uno de los apoderados más importantes de 50 años a esta parte, uno de los empresarios más influyentes del último medio siglo y también uno de los ganaderos de éxito en la actualidad. La decadencia, dice José Luis Lozano, un hombre que ha sido apoderado, empresario y ganadero a la misma vez. Este señor, que sólo le ha faltado ser torero para serlo todo en este mundo, pertenece a uno de esos clanes familiares históricos que han sido motor y gobierno en lo referente a lo taurino. Estos clanes han ido pasando su negocio de padres a hijos y de hijos a nietos... Pero ya se sabe lo que suele ocurrir con las grandes fortunas ... Que terminan decayendo a partir de la tercera generación. Yo planteo lo siguiente: ¿La decadencia del mundo del toro que describe el Sr. Lozano, no es consecuencia de su propia decadencia familiar? No económica, claro está, pero ¿si de una decadencia de ilusión, de ideas, de ganas? Yo pienso que deberían hacer un fuerte ejecicio de introversión para ver y reconocer la parte de culpa de la que son responsables estos clanes taurinos. Es fácil echarle la culpa al IVA y a los costes. Pero ellos han creado un mundo taurino a su medida, donde no era fácil trabajar sin su visto bueno. Un mundo que desperdició el filón que había con las nuevas televisiones para acercarlo a la sociedad, dejándolo en un coto privado. Y si echamos números vemos tantas contradicciones.... En la época dorada taurina de los años 60, cuando en los ruedos se vivía la fiebre de El Cordobés, El Viti, Ordoñez, Camino, Puerta, etc; se daban 600 corridas por temporada. En 2011, en decadencia según el señor Lozano, se han dado 609. ¿No será que les sale muy rentable a estos clanes sacar partido de las "vacas flacas" sacando rentabilidad a las "medias plazas"?

 ¿Dónde está el enemigo?

Autor: José L. Benito Jiménez (Socio TM0004 y Secretario de la Peña)

No son días fáciles para la Fiesta, no. La prohibición  - resulta complicado escribir esta palabra cuando supones que vives en un país democrático - del Parlamento de Cataluña para que se celebren corridas de toros en este territorio a partir de enero de 2012, ha asestado una estocada, quién sabe si mortal a la Fiesta. Pero este hecho por sí solo no es el único mal que aqueja a nuestra Tauromaquia. 

Como un buen amigo mío dice cada vez que hablamos de este tema, el mayor peligro de este ataque actual a la Tauromaquia es que proviene de la propia sociedad. Antaño fueron Reyes, Iglesia o una minoría las que trataban de acabar con ella. Ya refería en un artículo anterior que esto no es una moda ni algo actual, es recurrente tres siglos ha. Pues bien, parte de razón tiene mi amigo al afirmar esto. El ataque viene de políticos nacionalistas radicales - que tienen un apoyo legítimo parlamentario, pero minoritario, conviene recordarlo - que han hecho el juego a sectores animalistas. Estos sectores animalistas que hasta tienen un ¿partido político?, el llamado PACMA, han demostrado su "tolerancia" y respeto por sus semejantes humanos en reiteradas ocasiones y mostrado en otras tantas su hipocresía llevando ahogado con una correa a un perro o confinándole en un piso de treinta metros cuadrados o ambas cosas, mientras se mofa e insulta a un semejante que acaba de sufrir un percance delante de un Toro. Es cierto que esta gente con alto valor moral, posiblemente harían que los peces votaran o que se redujeran los espacios infantiles para hacer parques para tortugas y que éstas vivieran a cuerpo de rey. Además su moral que está por encima de la mía, no osaré yo discutir eso, permite desear la muerte de un semejante por ser Torero. No quiero pensar las fiestas que deben tener por las noches con los insectos - ya que no se les puede matar por ser animales vivos - en el piso de treinta metros. Si me invitan a una de estas fiestas, ya os contaré.

Pero fuera de esto, la pregunta es: ¿tiene más enemigos la Fiesta? Lamentablemente y según mi criterio la respuesta es SÍ. Hemos vivido muy recientemente la escalofriante cornada al Maestro Padilla y, ¿sabéis qué medio de comunicación se ha hecho eco de la "noticia" repitiendo la secuencia de la cornada una y otra vez acercando planos hasta que el nivel de morbo sea vergonzante? Pues mira por donde un medio en el que los toros no se cubren por "convicción moral" de los trabajadores que trabajan en él: La Sexta. ¿Cabe un ejercicio mayor de poca vergüenza y cinismo?

¿Pero y nosotros? ¿Y los aficionados? Pues también tenemos algo si no gran parte de culpa. Permaneciendo callados, unas veces por exceso de educación y otras por poco espíritu de colectivo amante de algo que llevan en sus venas. Falta poco tiempo para presentar las firmas de la ILP y tengo serias dudas de que vayamos a alcanzarlas, si os soy sincero. No quisiera ser reiterativo pero esto parece un cortijo de una pequeña minoría cuando en realidad no es tal. Pero nuestro inmovilismo hace tal efecto

Luchemos contra el enemigo. Y hagámoslo demandando a esta sociedad de una vez que nos deje sentir y vivir aquello que nos gusta sin resultar insultados, maltratados por aquellos intolerantes que no piensan como nosotros por muy alto valor moral que tengan sus pensamientos o ideas.            

 Los toros no son el fútbol

Autor: Fernando Borrego Socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña

Ultimamente sigo atento las crónicas de José Tomás, con esa inquietud antigua con la que se seguía a las grandes figuras del toreo cuando la televisión no era la fuente principal de información. Recomiendo la lectura del artículo de D.Antonio Lorca titulado "El crédito de José Tomás se agota" publicado en El País el pasado 9/9/2011:

http://www.elpais.com/articulo/cultura/credito/Jose/Tomas/agota/elpepicul/20110909elpepicul_5/Tes

Y es que, reflexionando, me pregunto: ¿por qué? Como Mourinho... no lo entiendo. Puedo entender, lógicamente, que cada uno de los aficionados, neófitos y espectadores tengamos nuestra forma de entender la Tauromaquia. Pero aplicar distintos criterios según el torero que sale al ruedo, no. Puedo entender que los criterios de cada uno a la hora de ver el peligro del astado es muy subjetivo, y por tanto la evaluación del riesgo asumido por el torero tambien ... pero no estoy de acuerdo en dar "crédito" a los toreros. Eso es ser Juez y parte, o a lo peor forofos. Desde mi punto de vista esto no es futbol, es otra cosa que tiene que ver con los sentidos, con las sensaciones que se transmiten; por favor que no se pierda lo más bonito que hay en los ruedos: el duende. Si lo sienten aplaudan y griten "olé" con fuerza; y si no lo sienten castiguen con el silencio. Pero no pierdan el señorío, ni las formas como habitualmente ocurre en el futbol insultando al arbitro o a los jugadores. Que en estos recintos taurinos hay profesionales que se juegan la vida. Me quedo con algunas frases del artículo, que he referenciado sobre la última actuación de José Tomas en Valladolid, para su reflexión: "(José Tomás) Se lució en algunos compases con el capote y destacó en algún muletazo" "...lo mejor, un quite por delantales, y se acabó la historia..." Me pregunto yo: ¿cuantas tardes se ha pedido la oreja por menos? Recuerdo un quite por verónicas de Morante de la Pueblaen Las ventas como único realmente destacable de esa tarde y le valió una oreja. "Y esa suprema exigencia es válida cuando el retador afronta el compromiso; cuando juega y gana. Pero no es este el caso de José Tomás. Ha apretado hasta la extenuación a todos -empresarios, ganaderos, compañeros y aficionados- y, hasta ahora, no ha sido capaz de responder al reto.

Señores...no olvidemos que esto tambien es un negocio, y D.José Tomás intenta sacar provecho a una situación de privilegio en el mercado. Esos empresarios, ganaderos, compañeros y aficionados se han beneficiado del lleno de la plaza independientemente de que José Tomás vaya a torear bien o mal, que no se nos olvide. Eso no da derecho, desde mi punto de vista, a cambiar el nivel de exigencia con respecto al resto de toreros. "...el que salió a hombros fue Leandro..." "Triunfó Leandro con el tercero, el único que se movió, aunque ni de lejos mereció la vuelta al ruedo." Pues si no mereció la vuelta al ruedo y salió por la puerta grande, algo no funciona. O la mayoría no sabe, o el que no se entera es el redactor del artículo, o va a ser que tengo razón y hay demasiado forofismo en este mundo. He dicho señores, saludos.

 Necesitamos una figura del toreo

Autor: Ángel Cantón Requena (Socio TM0022)

Atendiendo al titular del artículo estaréis pensando, con toda lógica, que ya los tenemos y disfrutamos; para unos el indiscutible José Tomás, para otros Ponce, Morante, Perera, El Juli, Castella, etc, Incluso aquellos que ya peinan muchas canas y sobrada afición a este hermoso arte, se declinarían quizás por Curro Vázquez. (No quiero extenderme mas, en una lista que llegaría a ser interminable) Pues bien, no voy a llevar a cabo ningún ataque a contrastadas figuras para defender a otras en absoluto, y sí, voy a ser fiel al titular del artículo y explicaros la sinrazon del mismo. En el mundo de la cocina por todos son conocidos los Arzak, Arguiñano, Martín Berasategui, Ferrán Adriá, igualmente en un mundo como el de la moda reconoceremos nombres como los Armani, Versace, Calvin Klein. Todos estos hombres se mueven como pez en el agua en un mundo en el que los estereotipos siempre han señalado a la mujer, encargándose de romperlos y defenderlos dejando el pabellón de su profesión evidentemente muy alto. Pero a la hora de saltar a la arena, ¡¡¡ Ay , amigos y amigas!!!, cuantas mujeres son capaces de armarse de valor, tomar las artes y enfrentarse a un toro de lidia. Con los pies en el suelo pocas, pero las estadísticas no engañan y podemos observar como en todas y cada una de las escuelas taurinas que cada día afortunadamente pueblan más la piel de toro existen alumnas ávidas de empaparse de lo que el maestro les enseña. Bien, llegados a este punto, por el mero hecho de ser mujer no estoy defendiendo un puesto en el escalafón, quiero ver arte, y si el arte me lo transmite una mujer creo que no deberíamos de entrar en el debate sexista y hacer piña entre aficionados, empresarios y profesionales para apoyar lo que creo sería un paso adelante. Moralmente también estoy obligado a decir que si llegase ese día, no me gustaría que esta persona se convirtiese en un muñeco roto de los medios de comunicación (que tanto bien o tanto daño pueden hacer por igual), o por el mero hecho de haber llegado por meritos propios se convierta en abanderada de algunos empresarios para hacer caja.

Con tan solo dieciocho años, Conchita Cintrón empezó a torear. En la ilustración aparece pidiendo permiso a la presidencia para iniciar su faena en la plaza de Tijuana (México), en 1941. Está considerada como la torera más completa que ha pisado los ruedos

Extra Julio: SAN FERMÍN

Reflexiones sobre la Fiesta del Toro en Pamplona

Autor: Carlos Garrido Gómez

Está claro que los famosos sanfermines han crecido y evolucionado alrededor de la figura del encierro, sobre todo desde que se retransmiten por televisión cada mañana desde hace treinta años. Pero no debemos olvidar lo que es un encierro: un encierro no es más que el traslado de una serie de ganado bravo que va a ser lidiado por la tarde en un coso taurino, en este caso, en una plaza de toros. Antiguamente los toros recorrían, conducidos por caballeros, ganaderos y mayorales, grandes distancias pasando por muchos cercados desde las ganaderías de donde procedían, hasta llegar a los pueblos o ciudades donde iban a ser lidiados y fue en la entrada a dichas ciudades cuando los mozos y mozas de dichas localidades empezaron a correr delante de los astados hasta que eran encerrados en los corrales de las plazas. Así es como nacen los encierros, de manera natural y espontánea. Con la evolución del ser humano, gracias a los avances en los medios de transporte, esas “trashumancias” desaparecen y se da paso, poco a poco, a lo que ahora conocemos como encierros modernos. Pero no porque se hayan cambiado los métodos, en muchos casos para mejor, se debe olvidar el fin y el fondo de un encierro: Encerrar toros bravos en el coso de una ciudad para ser lidiados por la tarde; esto es son efecto y no causa. 

Esta explicación y/o reflexión viene a que, año tras año, en Pamplonase cuida muy mucho de su famoso y espectacular encierro, cosa que me parece muy bien, descuidando cada vez más lo que ha provocado que exista dicho encierro: La Corrida de Toros vespertina. Está claro que el público, los ganaderos y toreros que acuden, sean actores o espectadores, a una corrida a Pamplona saben a lo que van y conocen la idiosincrasia de la Fiesta en la vieja Iruña pero de ahí al todo vale hay un mundo. Me refiero al comportamiento de ciertos espectadores en el tendido de sol, a las famosas peñas de Pamplona que con la connivencia de la MECA, de los organismos públicos y de los medios de comunicación, hacen de cada tarde un despropósito. Bien es cierto que las peñas siempre han estado ahí con su jolgorio, con sus cánticos y con sus diversiones para cada tarde pero antes, cuando se cuidaba más la corrida de toros en todos sus estamentos, había más respeto y, sobre todo, más compromiso con los toreros. Lo de ahora es una vulgar copia de lo de antes, una copia mal educada y soez que nada tiene que ver con lo que históricamente ha sido la diversión de las peñas en las fiestas de su tierra. El otro día se llegó hasta el punto de lanzar botes de refresco o cerveza al ruedo cuando un torero, que no olvidemos se está jugando la vida, intentaba descabellar a un toro. Un buen abogado podría alegar que la falta de emoción, provocada por la escasez de casta y bravura en los enormes y vacíos toros, nos ha llevado a todo este cúmulo de desinterés, falta de atención y respeto, probablemente el “acusado” saldría absuelto ya que son muchas las pruebas de que esto sucede (no sólo en Pamplona sino en muchas plazas) tarde tras tarde. Otro buen abogado, conseguiría el mismo éxito, alegando que los toreros no dan la talla que tienen que dar, como se hacía antaño, y que esta monotonía resta emoción y produce ese desinterés. Pero, si hiciéramos caso y diéramos por buenas sólo estas dos alegaciones no estaríamos atajando el problema en su raíz, que para mí no es otro que la falta de educación en general y la falta de respeto, en particular, por actos y liturgias que no se están cuidando, por empresarios y organismos públicos, como se debe. Si a esto le sumas los ataques y el desprestigio que Fiesta está sufriendo en diferentes estratos sociales y comunicativos obtienes lo que se está dando, tarde tras tarde, en Pamplona: Un espectáculo bochornoso y una visión e imagen degradante y lamentable de la Fiesta.
Para terminar me gustaría dejar claro que soy un apasionado, activo otrora, de los encierros en general y del en cierro de Pamplona en particular. 

¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!

 Los Toros: ¿elemento de unión o división?

Autor: José L. Benito Jiménez (Socio TM0004 y Secretario de la Peña)

      La Fiesta de los Toros que tanto nos apasiona a muchos es, ha sido y será motivo de controversia y discusión. Factores de diversa índole desde políticos hasta tesis animalistas pasando por motivaciones puramente económicas hacen que la defensa o ataque a la Fiesta sea una bandera enarbolada por ambos bandos con un denominador común: la Pasión. No pretendo con este artículo mostraros cuál es mi opinión al respecto por razones obvias, sino tratar de entender si los toros son en efecto como dice el título del artículo elemento de unión o por el contrario sirven para generar desunión o conflicto entre las personas. Trataré pues, iniciando el viaje desde los argumentos a favor de la división de llegar a la conclusión contraria ofreciendo razones para ello.

 ¡Qué diferencia!

Autora: Laura Cruz Morcillo (socia TM0013)

Gesta: conjunto de hazañas de un personaje o un pueblo.¿Y por qué comienzo con esta definición? Muy sencillo: ahora se viene mucho a hablar de las GESTAS de los toreros,es decir, el “detalle” de matar ganaderías de nombre asociado con dureza, ferocidad, leyenda (y no buena precisamente), etc.

Durante la temporada algún torero, o como en esta temporada, varios matadores,se apuntan a estoquear corridas “duras” en ferias de relativa importancia no se sabe muy bien el por qué. Posiblemente sea para darse importancia o el placer de matar una corrida así para saber lo que es y con ello que la gente convenga en opinar que es una GESTAel que tal o cual matador se moleste en matar una corrida de éstas en una plaza importante de nuestra geografía. Matar un par de corridas de Miura, o una de encaste Santa Coloma en una feria, o ir a Francia y estoquear en una corrida concurso un toro de Victorino. Estamos hartos de oír estas referencias y lo bien que hacen los matadores en matarlas. Qué valientes y qué toreros son, exclama la afición. No está de más que maten dichas corridas pero no son más toreros que muchos que las matan todo el año sin opción a poder elegir otras más cómodas.

Hace no muchos años las figuras más destacadas del escalafón (veáse Manolete, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Antonio Bienvenida…) matadores de todas las épocas y de todas las características, mataban estas mismas corridas pero en sus temporadas habituales y en cualquier punto de nuestro país. No era raro ver a un matador consagrado verse anunciado en una feria de la importancia de Madrid o de Bilbao o de cualquier otro lugar con ganaderías como Conde de la Corte, Miura, cualquiera de encaste Santa Coloma o Saltillo…. Creo que por ello tenían tanta importancia las faenas y las tardes en ferias importantes de dichos espadas. Y nadie decía o destacaba que iba a realizar o había hecho una GESTA. Era algo normal.

Bien es verdad que había pocas ganaderías y destacados encastes comparados con el gran abanico de toros que tenemos ahora. Como detalle histórico recordar que un toro de Miura mató al gran Manolete, y no se ha nombrado en ningún sitio que estuviera realizando una GESTAmatando una corrida de dicha ganadería en Linares en ese día en concreto. Era algo habitual. Da rabia pensar que matadores de antes verdaderamente se veían las caras con toros duros y hacían frente a cualquier dificultad que se les presentara. Daba igual de donde provenían. Sólo importaba la bravura y la casta. No importaba el nombre que tenían. Y ahora los matadores quieren un toro cómodo, que no les presente muchas dificultades, sí, que acuda pronto y bien a la muleta, pero que no tenga una bravura que les sobrepase. De acuerdo que los tiempos han cambiado y que los públicos ya no demandan lo mismo. Quieren ver un toreo bonito y delicado, no una batalla dura y un peligro constante. Pero es que es en lo que consiste el toreo: una dura pelea entre toro y torero en la que éste último gana normalmente y logra realizar una obra de arte. Eso es lo que se supone que es el toreo: poder a un toro. También es cierto que estas ganaderías han ido perdiendo eso que tenían: la bravura, la casta, fiereza,…. dejando paso a una dureza excesiva. Pero creo que viene dado por como ha ido transcurriendo el toreo en sí mismo. Se ha ido yendo a la creación de un toro noble, suave, con recorrido,…. que probablemente dichas ganaderías no posean, bien porque lo han perdido, o porque han querido mantener esas señas que tenían anteriormente y que ahora no están bien vistas. Estos toros son finalmente estoqueados por matadores con pocas actuaciones y poco rodaje sin conseguir con ellas lucimiento. Y nadie dice de estos toreros que están realizando un acto extraordinario, y todos los años durante toda la temporada matan dichas ganaderías. Se tiran entonces todo el año haciendo GESTAS. Da coraje escuchar todas las temporadas que cierto matador va a realizar una GESTA. Sólo hay que echar un ojo a la Historia y ver que sus anteriores no hacían GESTASen determinados momentos. Si hacemos caso a la definición actual,estarían haciendo una GESTAcontinua. ¡Qué diferencia!

Mayo 2011: La Tradición única en España de las meriendas taurinas en la Plaza de toros de Almería

Autor: Ángel Cantón (socio TM0022 y representante andaluz de la Peña)

Las corridas de toros de las fiestas en Honor de la Virgen del Mar en Almeria datan desde el año 1654, teniendo lugar los festejos taurinos durante el mes de enero. En el año 1669 ocurrió un hecho destacado, que ha llegado hasta nuestros días, se trata de la merienda taurina en la plaza de toros de Almería y que se realiza entre el tercer y el cuarto toro de la lidia. En diciembre de 1668 se estaba preparando la fiesta de toros de la Virgen del Mar de enero siguiente y llegó hasta los oidos del cabildo de la Catedral que el Ayuntamiento iba a introducir una novedad: “En medio de la corrida iba a dar una merienda entre sus miembros e invitados” El Cabildo para no ser menos acuerda preparar la suya “por cuanto los señores prebendados avían de asistir a vista y no era cosa de que pasaran envidia o quedaran en ridiculo”.  A partir de entonces se gastan 50 ducados en cada fiesta, 25 en comprar el toro y 25 en la merienda, corrida de toros que tenia lugar en la Plaza Vieja. Al año siguiente en 1669 fue el pueblo el que asumió como suyo ese hecho. Y este fue el comienzo de las clásicas meriendas, con pausa en el espectáculo entre el tercer y cuarto toro y que tanto extraña a los que por primera vez asisten al almeriense coso de la Avenida de Vilches, inaugurado el 26 de Agosto de 1888, con un diseño de Enrique López Rull u Trinidad Cuartara Casinillo, siendo costeada la obra por la sociedad de accionistas presidida por Felipe Vilches Gomez.-

 Elegancia

Autor: Fernando Borrego (socio TM0002 y Vicepresidente de la Peña)

Estas palabras están dedicadas a la elegancia y a la falta de esa característica tan valorada pero tan ajena para tantas personas. La elegancia siempre es admirable y bella. La elegancia está directamente relacionada con el comportamiento, con las formas, con la distinción, con el buen gusto, con la mesura; pero desafortunadamente es lo que se está perdiendo entre los que se consideran aficionados taurinos en Las Ventas: mesura y buen comportamiento. Tarde tras tarde, hemos de soportar a espectadores -o aficionadillos chabacanos- levantándose durante la lidia. Espectadores abandonando sus localidades durante mientras toro y toreros se juegan la vida. Espectadores, en definitiva, que se están malacostumbrando a mostrar sus disconformidades -frecuentemente faltas de imparcialidad- a destiempo y/o forma apropiada. Espectadores que, en la supuesta mejor plaza del mundo, y desde mi punto de vista, les falta elegancia. Haciendo un símil con el teatro, se me ocurre pensar en un espectador que constantemente estuviera corrigiendo los diálogos de los actores a voces. Un espectador que se creyese en el derecho de poder actuar así por haber pagado una localidad y creerse mejor conocedor de los textos que el profesional que los está escenificando... ¿que se haría con él? ¿Expulsarle de la sala?. En los toros los actores se juegan la vida y sin embargo no se toma medidas contra los aficionados que interrumpen constantemente el espectáculo. Para colmo, esos que saben o creen saber algo de tauromaquia, se piensan 100% legitimados para actuar así por haber pagado una entrada mucho más barata que la de un teatro. ¿Por qué no se toman acciones contra los que día a día tienen este tipo de comportamiento en La Monumental de Las Ventas? ¿Por qué en las puertas se permite abandonar la localidad durante la lidia? ¿Por qué no se expulsa al que silba, grita o mofa de un torero ejecutando la suerte suprema? Es frecuente escuchar como a espectadores gritando: " ¿Porqué no toreas otras ganaderías? " cuando el torero estaba perfilado para entrar a matar; tambien se puede escuchar: " Grito ahora que es cuando está toreando " a mitad de faena; o un: "MIAU" cuando un toro humilla con dulzura; y no digamos de los silbatos, propios de otros deportes, para devolver un toro en los dos primeros tercios que luego es aplaudido en el arrastre... ¿Es que nadie tiene la capacidad educativa para conseguir que estos espectadores sepan cuándo y cómo se deben manifestar? A lo mejor es suficiente con un "decálogo" en los programas de mano que reuna algo similar a los siguientes 12 puntos: 1.- De salida se da la opinión del toro aplaudiendo o con un pañuelo verde (que suele ser sustituido por silbidos y/o palmas de tango). 2.- En los lances de capote se aplaude o se jalean si se considera oportuno o se castiga con el silencio en caso contrario. 3.- En la suerte de varas y resto de personal (monosabios, subalternos, personal del callejón) se aplaude si se está de acuerdo o se castiga con el silencio. 4.- Pudiendo solicitar el desacuerdo con el toro con el correspondiente pañuelo verde. 5.- Al retirarse los picadores, como al finalizar cada suerte se da la opinión que merezca con palmas o silencio. 6.- En la faena de muleta, debería haber un silencio sepulcral sólo roto por murmullos o aplausos al final de cada serie. 7.- Previo a la muerte se podría solicitar con el pañuelo naranja el indulto del toro (no nos haremos ilusiones). 8.- En la suerte suprema debería haber un silencio absoluto que podría tornar en aplausos al finalizar. 9.- Muerto el toro en la arena hay tiempo para todo tipo de comentarios. 9a.- Silencio o silbidos para castigar al torero o Solicitud de trofeos con aplausos y pañuelos blancos 9b.- Silencio o silbidos para castigar el comportamiento del toro en el arrastre; o aplausos o pañuelo azul para premiarlo. 9c.- Ratificación de los premios concedidos al torero 9d.- Silbidos si procede a la decisión presidencial. 10.- En caso de devolución de un astado a los corrales, también se puede aplaudir la actuación de los mansos 11.- Al final del festejo en la retirada de las cuadrillas se puede también manifestar la opinion. 12.- Después del abandono de las cuadrillas se puede dar la opinión que merezca el ganadero. Concluyendo; tarde tras tarde una parte de los espectadores de La Monumental caen en la chabacanería. ¿Por ignorancia? ¿Por falta de elegancia y mesura? ¿Por otros intereses? Teniendo tantas oportunidades a lo largo de la tarde para dar su opinión y sobretodo, de ser tan crueles con su silencio .... ¿por qué insisten en deslegitimar su opinión perdiendo las formas? Durante la lidia no es momento de realizar protestas porque no guste el cartel, o no guste la ganadería, o no guste el peso de los astados, o no guste que determinado torero salga en las revistas del corazón, etc... Por favor, intentemos ser ¡¡ ELEGANTES !! sabiendo estar en cada sitio, y comportándonos como se debe ... aunque sea fuera de la plaza, aunque sea fuera de este mundo tan bonito en el que no estamos por obligación y que es el mundo del toro.

 Ya no me jode ser puntual

Autor: Carlos Garrido (socio TM0001 y Presidente de la Peña)

Desde adolescente me ha molestado ser tan puntual, siempre he tenido que estar esperando a la mayoría de la gente diez, quince o más minutos y nunca comprendía porque los demás me hacían esperar y no valoraban el tiempo que estaba gastando en aguardar su llegada. Ojo, con ser puntual no me refiero a llegar una hora antes al destino que tenía previsto o la cita que tenía marcada, con ser puntal me refiero a ser puntual, a llegar cinco minutos antes y estar como se debe y donde se debe y, de esta manera, no hacer esperar. Nunca he sabido de dónde me venían esta y otras actitudes que tengo y que marcan mi manera de ser. Ahora, gracias al implacable paso de los años que hacen que medite más y me enfrente a la vida con mayor prudencia, voy entendiendo porque soy así, soy así porque soy taurino y, por este motivo, ya no me jode, entre otras cosas, ser puntual, es más, estoy orgulloso de serlo.

 

Y es que ser taurino, ser aficionado al mundo del toro, ser un apasionado de la tauromaquia no es, simplemente, ir a ver toros a diferentes plazas o cosos, ser taurino es una manera de ver la vida, es entenderla en taurino, es traducirla con la historia de la Tauromaquia como traductor y es precisamente de eso de lo que estoy orgulloso. Varias han sido las veces que me he puesto a recordar desde cuándo me viene esta afición y, como no lo conseguí en ninguna de ellas, he llegado a la conclusión de que nací taurino, sí sí taurino, no es nada extraño, igual que unos nacen altos, otros rubios, otros negros, otros blancos, etc. yo nací taurino. Evidentemente no lo sabía nadie, ni yo mismo porque no es una cualidad física, pero el germen taurino estaba ahí, dentro de mí, formaba parte de los veintiún gramos de mi alma y su germinación, la eclosión de esta afición, máxime viviendo en España, fue rodada, inevitable. Y a mucha honra oiga.

Para este primer artículo mensual de la peña podría continuar hablando de lo que es para mí la Tauromaquia y sus valores, de por qué considero tan grande todo este mundo, del gran valor que tiene la vida que juega con la muerte, del arte que se dibuja desde el miedo y la tragedia, del triunfo, del fracaso, de parar, de templar y de mandar, etc. pero no lo voy a hacer, para eso ya habrá tiempo, además pienso que para cada taurino, para cada aficionado, hay una definición distinta para lo mismo. Porque todos sentimos lo mismo pero todos lo hacemos de distinta manera, llegamos, desde un punto de partida diferente, al mismo término. Y ese término no es otro que la pasión por los Toros y por la Tauromaquia. En estos momentos y para el primer artículo de la Peña, el corazón y le mente me obligan decir que la afición y la pasión que siento por la Tauromaquia se multiplican por mil cuando los comparto, en cualquier tendido y para la lidia de cualquier toro, con mis compañeros de Peña, me obligan a hablar de cómo la lucha por la defensa de lo nuestro se ve reforzada por el aliento de la afición y la pasión de todos los miembros de la Peña y el goce y el disfrute que siento compartiendo todo esto con amigos se podría comparar con el placer que siento con las sonrisas que me dedica mi hija.

Estos son los motivos por los que ya no me jode ser tan puntual, entre otras cosas.

      Que los toros generan conflicto se podría argumentar fácilmente si recordamos la famosa frase: “de fútbol, política y religión, es mejor no discutir”. No nos es difícil recordar a alguien habiendo pronunciado esta frase incluyendo a los Toros en ella. Además el apasionamiento con el que los aficionados a los toros discutimos a veces sobre la Fiesta parece mostrar esta tendencia divisionista. Más fácil si cabe argumentar esto es recordar los últimos y lamentables sucesos acaecidos en Cataluña que finalizaron con la prohibición de las corridas de toros en esta comunidad autónoma a partir de 2012. Las manifestaciones frente a la Monumental de Barcelona con personas insultándose parecen refrendar esta teoría. Si nos ponemos en un plan histórico, tampoco las corridas de toros han tenido un camino de rosas hasta la actualidad, dado que ha habido diferentes momentos a lo largo de la Historia en los que sus detractores han tratado – sin éxito, todo hay que decirlo – de prohibirlas. A lo largo de la Historia de España los enfrentamientos entre detractores y defensores de la Fiesta se han repetido siendo aparentemente un foco de división entre los españoles.
      Sin embargo, y sin entrar en muchas consideraciones históricas, el carácter de animal mítico del actual Toro de lidia y todo lo que se ha desarrollado a su alrededor ha aglutinado en torno suyo a muchos de los habitantes de los pueblos del Mediterráneo. Desde los tiempos de Creta y de las civilizaciones grecorromanas, el afán del hombre por poder enfrentarse a ese animal mágico, ha derivado en lo que hoy son la mayoría de las fiestas populares de este país, al que curiosamente se le conoce como la piel de toro y que hacen salir a la calle a celebrar a todos los habitantes de sus pueblos y ciudades. La prueba de que son nexo de unión, es que en pueblos con vocación históricamente llamada nacionalista, no son ajenos a la cultura del Toro, en una u otra modalidad. Desde los llamados “correbous” o “bous al carrer” de Cataluña y todo el Levante, hasta las Semanas grandes de las principales ciudades vascas o Aste Nagusia, donde precisamente las corridas de toros que allí se celebran son un homenaje al protagonista supremo, el Toro.

Pero, al final de este corto y modesto viaje, podemos concluir que este espectáculo, esta manifestación del arte ha puesto en común a pintores, escritores y artistas de toda condición. Su plasticidad, su colorido y belleza y su VERDAD, no tienen parangón y son reflejo de un ARTEpuro en sí mismo. No quiero que se me olvide decir que algo tan subjetivo para cada espectador, que hace que los vellos se ericen en las personas que lo están viendo, sin que estas personas tengan nada que ver entre ellas y rompan a aplaudir al unísono y se emocionen de verdad en ello, no puede ser motivo más que de unión.